lunes, 24 de mayo de 2010

Perros

Se vuelve a poner de moda lo de los extraterrestres. Me quedo con la fase de Einstein, oída anoche mismo en el programa de Iker: “Hasta donde sabemos, hay dos posibilidades: que haya vida inteligente en otros mundos, o que no. Las dos “ dice Einstein, y es la frase, “son igualmente aterradoras!”. El punto de admiración o de exclamación, que dirían los franceses, es mío, porque Don Albert seguro que lo dijo sin que se le moviera un pelo de las cejas. Y anda que no tenía cejas.

Yo es que siempre me temo lo peor. Si es que la vida supuestamente inteligente durante forremiles de años y siglos, desde el collar de Neandertal a las glorias de Cromagnon, pasando por Grecia, Egipto, Roma, los Reyes Católicos, Franco, verás, porque no quiero nombrar más desgracias, termina en la bondad del Fondo Monetario Internacional y congéneres, o en esa mafia secreta conocida como “los mercados”, me encuentro en un viaje para el que no me hacían falta alforjas. Y pregunto: la de estros señores es vida inteligente?

Y es que en eso soy platónica. La ética para el Bien –para lo mejor- , la estética para la Verdad –para las verdades, dada nuestra pereza mental, y nuestras dificultades con el conocimiento, pero mejor así- la inteligencia para la Bondad. Lo siento, pero esas ciencias irremediables que mandan al hambre y a la muerte a la gente que no ven –ay, don Alejandro Casona, qué bien muerto estás- para ser los más ricos del cementerio en un plis plas, que lo que es la vida va a toda leche, esas ciencias irremediables, esas inteligencias económicas, la verdad, no me lo parecen. Serán muy listos, pero no lo bastante. Si lo fueran, lo serían para el Bien. Y lo son para el mal, la desgracia y el dolor.

Así que yo no puedo creer que, en realidad, haya vida inteligente aquí. Probablemente haya algunas personas, se recogen en las crónicas y queremos creer a quienes dicen que han conocido algunas, que no se han dejado arrastrar, o bien que no han fabricado, o bien que no han compartido y se han enfrentado con, esa marcha serrana que, por no ver, no ve ni el mal que hace. No. Inteligente, no. Aquí debe haber vida lista. Y vida puta.

Así que éstos de la señal de radio intergaláctica, de la que me enteré ayer en lo de Iker, pero que parece que lleva años sonando, no me dan ninguna confianza. Es más: me temo lo peor.

Porque, ahora que no me lee nadie, puedo decir que creo que ya están aquí. Es que, si no, no me puedo explicar muchas cosas de las últimas décadas –la rendición sin condiciones de la URSS, y su reparto entre cuatro nomenklaturos de la Gran Rusia; la desaparición del estado del Bienestar en Europa: estos pasitos acongojantes al fascismo, al racismo, al machismo –del que ni hay manera de salir… para qué hablar del pensamiento marxista, que es mucho más barato… pero sin el que no podemos explicarnos, mutatis mutandis, lo que nos están haciendo ahora. Venga, prueba, querido amigo. No hables de clases, de plusvalía, de esas cosas tan antiguas, y arguméntate,

Así que, queridos compañeros y compañeras, no creo que los extraterrestres, que ya están aquí –a lo mejor conoces alguno, que esto es muy selecto: ¿en las comisiones intergubernamentales? ¿en los consultings USA (yo he conocido a uno, con la crisis del sudeste asiático a sus espaldas y tan pancho. Y si lo he conocido yo –aunque no me consta su origen extragalaxia, pero si su extrahumanidad obvia hasta para un niño- no debe ser difícil tropezarlo, y además parecen humanos) o europeos? ¿en el parquet propiamente dicho? Yo creo que la estupidez humana, con haber sido probada tan abundantemente, no es suficiente. Detrás debe haber una fuerza sobrenatural, es decir, extraterrestre.

Así las cosas, justo cuando estoy tratando de decir que, a la puerta de este anillo asquerosamente humano al que entramos, no se puede cargar con la menor esperanza, porque puaj, qué asco de inteligencias malvadas, y encima mandan los malos –de mandar de verdad: o sea-… justo en ese momento, se acerca el Pibe, que es mi perro, y me chupa un pie, y me mira con adoración, y mueve el rabito que le cortaron recién nacido –o sea, lo que le queda, que es poco- y pienso que lo suyo es inteligencia. De la maldita crisis, no nos va a sacar, pero tampoco nos ha metido. Y pienso en la maldita maldición del Edén, y en el horroroso origen de las ciencias, que son del bien y del mal, pero más del mal, y entiendo luminosamente que si fueran perros que hablan… entonces ni tan mal los extraterrestres. Es decir: hasta esperanzas tendríamos. Pero el único perro de la guerra de las galaxias era Chubaka, y era un raro y adorable accidente.

Serán abejas. U hormigas. Por ahí van los tiros.

Socorro.

martes, 11 de mayo de 2010

Tango

Usted sabe lo que es la depresión? Pues consiste en que, a la menor oportunidad, al menor comentario y varias veces al día, se te salen las lágrimas solas. Entrando en el facebook, viendo una película blandengue en la tele, leyendo el nombre de un amigo que ya no está, pero que siempre te hacía reír o sonreír, que te has acostumbrado hace muchos años a vivir sin él. Contestando al teléfono y descubriendo que una vez más no es ninguno de los que han cambiado de vida, de ciudad, de profesión, y seguramente, de cariños. Cuando el perro viene a lamerte los tobillos por sorpresa. Cuando ves una foto de tu padre, que ves todos los días, y sueles guiñarle los ojos, los dos. Pero hoy no. Cuando estás escribiendo, porque no te quedaba más remedio. O sea, ahora.

Pues no: eso es la depre. Todavía no es la depresión.

A lo mejor la depresión es cuando empiezas a mirar las cosas como despidiéndote. Cuando tu parana de siempre, tus aprensiones de toda la vida, se convierten en una especie de seguridad, como si tu cuerpo, y peor, tu alma, fuera una máquina de tiempo, que lo es, con los días contados. Y que esos fueran pocos.

Despedirte –llorando, claro- de ese libro concreto, de esa planta, de ese gesto hasta ahora indoloro. Y sobre todo: de los que no vas a ver. Del futuro.

Y que no te duela.

O sí, pero menos.

Eso debe ser la depresión.