Me encantó “El dios de madera”, la segunda película de Vicente Molina Foix. Se acaba de estrenar en Madrid, pero pudimos verla hace unas semanas en un pase privado que convocó a ese otro mundo de Vicente, la gente de la literatura. Me encantó esta historia disimétrica, mejor, estas dos historias entrecruzadas y ambas disimétricas; una, la de Maria Luisa y Yao, por la edad y el color. Y las dos, la de Ruber y Raschid también, por la economía, la clase y hasta la situación legal. Y añadiría una tercera, quizá la más importante de todas, el conflicto entre madre e hijo, ese edipo soterrado, ese drama alojado sutilmente en la memoria de ambos. Esto en lo que se refiere a los sentimientos, porque el lienzo sobre el que se desarrollan el amor mercenario y el amor a secas, y los sutiles trasvases entre uno y otro, es el de la emigración ilegal, las mafias que la controlan y la indefensión de estas personas venidas del Magreb o del Africa profunda, contadas en unas pocas calles de la ciudad de Valencia.
Como se pueden imaginar los visitantes de este blog, mi identificación particular de lectora ingenua de cine se estableció, inmediatamente, con el personaje que encarna Marisa Paredes. La mujer madura que se enamora del joven negro –Madi Diocou, Yao en el film-, y la fascinación envidiable de él por la señora rubia. La materialización de una fantasía casi inevitable, que lo fastidiado de envejecer es… que no envejecemos! -y tienen que ver cómo es ese chico que se le apareció a Molina Foix en el casting de la película. La cámara no se recrea particularmente en este joven senegalés, que se lo merece con creces…. Pero frivolidades aparte –y la belleza y la elegancia natural no son frívolas- Marisa Paredes va haciéndonos ver todo el juego de prejuicios, atracción y recelos, todos esos vaivenes del amor que van desde la negación y la resistencia a la aceptación, desde la incredulidad a la entrega, en una interpretación llena de matices. Porque esta es una historia de matices.
¿Es una historia creíble? El amor de la mujer madura es siempre transgresor. De hecho, la mujer madura es una pura transgresión, y su sexualidad, que no puede ser reproductiva y fértil, se niega desde todas las “naturalidades” posibles. En primer lugar, porque esa lógica que desmontó Betty Friedan hace ya muchos años, pero que está enraizada en el llamado sentido común, sólo considera a las mujeres desde su fertilidad. Antes no se es, después tampoco. Así que podrá participar del hecho erótico, en todo caso, como sujeto deseante. Pero como objeto? Si la mujer madura es invisible, si ha dejado de ser mujer…. La sabiduría de Vicente Molina Foix es mostrarnos la aparición de un complejo sentimiento, no exento de pasión, en el alma de Yao. Un sentimiento que Maria Luisa tarda en creer, y que no les voy a contar cómo ni qué, que no voy a destripar la película.
Y en el sentido de su infertilidad biológica, esta historia de amor –con muchas comillas, con muchos elementos complejos, como todas- es paralela a la otra, la relación homosexual entre el hijo (Nao Alber) y Raschid, el joven emigrante marroquí (Soufiane Onaarab)… Hay muchos elementos comunes en estas dos historias, un poco mercenarias, un poco amorosas, un poco transgresoras, pero que finalmente nos ponen delante a cuatro personas bien distintas, pero eso, personas. Y ése es, además del gusto puramente cinematográfico de su lenguaje, su mérito fundamental. El que hace que la peli te deje pensando, y que crezca más, ya fuera de la sala.
50 PRIMAVERAS
Hace 8 años
Casi siempre, bien. Siempre, muy bien, Rosa Pereda.
ResponderEliminarAbrzo y beso
Felicidades a Vicente Molina Foix.
ResponderEliminarHola, querida Rosa. Estoy haciendo un número especial de Ars Magazine sobre Guillermo Cabrera Infante. Me gustaría tener un artículo tuyo, puede ser de los ya publicados. Mi email es zv2559@gmail.com. Gracias.
ResponderEliminarEste es el número 0:http://www.magcloud.com/browse/Issue/123634
Y el número 1:
http://www.magcloud.com/browse/Issue/131440
se me había escapado. Veo que tendré que repescarla en dvd.
ResponderEliminar