Cuando salí de la Academia del Cine, después de haber visto “El cónsul de Sodoma” en un pase de amigos, creo que temblaba un poco. Finalmente, es una historia de la generación anterior a la mía, pero de personas a las que he conocido, de lugares en los que he estado, y de un ambiente que hemos mamado: la “gauche divine” de Barcelona, que sacaba la cabeza tirando de la cutrería del franquismo y abría esos espacios de libertad entonces extraordinarios, y probablemente ahora, después del SIDA, también. La película cuenta la vida y la literatura del estupendo poeta Jaime Gil de Biedma, y aparecen algunos de sus amigos, Juan Marsé y Carlos Barral, muy especialmente; alguna de sus novias, casi todos sus novios, y una familia de la burguesía catalana, la suya. La historia es conmovedora, con un Jordi Molla guapísimo haciendo a Gil de Biedma, y muy bella, hasta demasiado bella. Hay que decir que es muy explícita en las escenas de sexo homosexual, y que no ahorra sordidez –bella también!- cuando cuenta los barrios paupérrimos de Manila, de los que habla Jaime Gil en sus textos autobiográficos. Y pone en pantalla las contradicciones personales y políticas del poeta, sus debilidades, su coraje, su inteligencia mordaz. Yo creo que era bastante más mordaz que el que aparece, porque la oralidad rápida y cruel que les caracterizaba le es difícil al cine. Y ese grupo hablaba sobre todas las cosas. Hablaban. Un auténtico estímulo intelectual, si no estabas del lado de la víctima… Y otra cosa: para mi gusto, la puesta en pantalla de la poesía, tan difícil, está aquí estupendamente justificada, y pasa con naturalidad. Como en estas vidas mismas.
Hoy nos han despertado con las declaraciones cruzadas entre Juan Marsé, que era personaje muy importante en la historia, y Andrés Vicente Gómez, productor de la película dirigida por Sigfrido Monleón. Y se llaman de todo menos bonitos. Lo que se entiende: Marsé no se reconoce en el personaje encarnado por Alex Brendemühl, y Andrés Vicente reacciona con parecida violencia. Marsé se pasa mil pueblos, y Andrés Vicente, que ha producido varias películas sobre novelas del catalán, le considera desleal…
La pregunta que hay detrás es si se puede hacer cine con la biografía de uno, sin contar con uno. O memorias escritas, que tanto da. Ahora que nos llueven, como una novedad en la cultura española, hasta las de los que acaban de cumplir los sesenta años, el tema merece una reflexión. No?
Porque al final, cada uno vive la feria como le va en ella, y la versión del otro no deja de ser eso, extraña. Otra.
P.S: Cuando esto cuelgo, ya hay 15.878 personas que, desde Facebook, piden "Que la justicía actue contra el arzobispo de Granada". En tres días.
50 PRIMAVERAS
Hace 8 años
Es una obra artística. No historia. La virtud del arte es también la mentira, esa mentira -o recreación si se prefiere- que tiene la virtud de convertirse en una verdad comunicable y compartible: la ficción.
ResponderEliminarClaro está, el problema viene cuando se habla de personas que están vivas...
¿Hay desnudo de la actriz Blanca Suarez en esta peli?
ResponderEliminarClaro que sí, es lo que hay que hacer.
ResponderEliminarSi no me ponen ... me pongo, pero quien tiene cosas que expresar y de esa manera extraordinaria siempre encuentra la plataforma.
Me alegro mucho y deseando leerte todo lo que escribas,(mmm...una necesaria tarea mas para mi agitada vida). Un beso Manel